Para conocer los orígenes del maquillaje permanente: micropigmentación y microblading, tenemos que remontarnos a la Edad de Hielo cuando las primeras culturas se hacían tatuajes muy rudimentarios, a partir de materiales procedentes de plantas y de insectos. Más adelante empezaron a utilizar también los minerales.

Tanto los egipcios como los romanos se tatuaban, aunque por motivos muy diferentes, los egipcios lo hacían por adornar sus cuerpos mientras que los segundos lo hacían para marcar a los criminales.

En Japón surgió el tatuaje para adornar el cuerpo, más adelante al igual que los romanos lo hicieron para marcar a los criminales, esto se hacía sobre todo en los brazos y en la frente para que la gente pudiera reconocerlos. Ya en el s. XVIII se convirtió en un arte, ¡incluso venía gente de Europa para hacérselos!

Esta técnica llegó a occidente en el s. XIX a través de los marineros que situaron sus centros en los puertos, allí la gente podía practicar y tatuarse.

Ya en el s XX surgió la micropigmentación como un método para corregir imperfecciones, en la década de los 40 se utiliza en los injertos de piel, en los años 70 empieza a utilizarse de manera profesional el uso de tatuaje en la cirugía reconstructiva y dermatológica en general. En los 80 se mejoran tanto los materiales como la técnica haciendo que sea una técnica poco abusiva con la piel y en la década siguiente florece la micropigmentación por EEUU y por Europa siendo hoy en día una técnica muy utilizada con motivos estéticos.